“Arde Londres”, dicen las gacetas multidisciplinares, multicolores y multimediáticas.
Y con Londres arden otras villas y ciudades del Reino Unido en un estallido de veraniega violencia “irracional”, inquietante y cuasi subversiva.
La muerte de un joven de “color” ( “No sé por qué me llaman de color si soy negro...) a manos de la policía londinense desató la caja de los truenos que la Pandora democrática dejó ex illo tempore entreabierta para que la sociedad burguesa devane sesos propios y ajenos para encontrar una explicación convincente en la sinrazón de su desorden establecido.
Pero a nosotros nos sobran evidencias y experiencias para nombrar los hechos en su sustancial realidad.
Lo que ha pasado en Londres no es un fenómeno nuevo.
No tanto porque haya sido un fenómeno recurrente en el mismo lugar y bajo análogas condiciones sociales e históricas.
Exactamente como lo ha sido en otros tanto lugares de Europa (París par exemple; Berlín como decadence) o Norteamérica mismamente.
No es novedad histórica alguna.
Viene de lejos
Responde –mutatis mutandis- a un concepto genérico que ya en la Antigüedad fuera conocido con el calificativo de GUERRA SOCIAL.
Hoy, la Metrópolis post-imperial y post-occidental denominada Londres, otrora cabeza de un Imperio corsario, talasocrático y protocapitalista llamado Gran Bretaña, dicen que vuelve a arder como en las viejas canciones de los infantes angloparlantes.
Raza estúpida y codiciosa, la británica alzó su orgulloso dominio sobre el robo colonial descarado, el crimen político organizado y una mentalidad cínica y malvada que exaltaba “valores” tradicionalistas hacia dentro, mientras explotaba sistemáticamente todo aquello que podría convertirse en pura manofactura o en mano de obra barata, que al fin y al cabo eran para ellos lo mismo. Tras haber robado las tierras de la Iglesia católica, la Monarquía capitalista británica podía seguir robando más allá de todos lo océanos y continentes.
Reducida tras la segunda guerra mundial a una ridícula caricatura de sí misma, títere de sus ex colonias americanas y torpedero-Tucumán del atlantismo anti continental,;
Albión es hoy una pieza arqueológica de la demoplutocracia, un espectro imperialista que lucha por demostrar al mundo que aunque no sea ya “señora de los mares”, por lo menos puede ufanarse de ser “alcahueta de Norteamérica”.
Puta sí, pero puta consentida.
Pero es otra ilusión. Ilusión de gilipollas.
Como ilusión fue mantener una “idea de imperio”, al abrigo de la desvencijada Corona británica y de una práctica de “comunidad de naciones”
No parió la abuela.
Aunque la abuela fuera la misma reina Victoria.
La sociedad británica actual no es más que una reproducción de lo que fue esa Corona, ese Imperio y esa Comunidad de naciones.
Colonialismo. Racismo. Imperialismo. Capitalismo. Explotación. Democracia liberal. Usurocracia especulativa. Prensa “libre”. Monarquía constitucional. Parlamentarismo. Mercantilismo. etc
Mierda.
El premier Cameron ha condenado los hechos (los hechos violentos, se entiende).
Poco más puede hacer:
Él, mero empleado de Murdoch, títere del capital judío, payaso de la Casa Blanca, tonto-del-haba de una ínsula mercenaria, chambelán de la City londinense.
Nada.
Más de mil detenidos y media docena de muertos después, éste repeinado “tory” ha prometido “mano dura” contra los alboratadores a los que ha calificado con epítetos que no vamos a reproducir ahora porque no tenemos ni tiempo ni ganas.
Nos ha llamado, empero, la atención su dura inculpación de los jóvenes insurrectos.
Dice el líder de la derecha ociosa, ambiciosa y parásita, que muchos de estos zagales no vieron nunca trabajar a sus padres y que habría que educar en “valores” (cuálos sean éstos jamás se explica) a estos adolescentes violentos y nihilistas.
Nada nuevo bajo el sol.
Pamemas.
¿Cúando vio él y sus tragaldabas tiralevitas trabajar a sus padres, madres, abuelas y abuelos?
¿Cuándo?
Nunca.
Es indiferente la clase, porque la clase obrera británica que tiene a míster Ropper como modelo, es laborando o sin laborar, acaso la mayor expresión de mezquina existencia, toscamente racista, socialdemócrata y abiertamente estúpida que el sol alumbra.
Qué decir de la “clase media”, anglo-puritana y apestosa, que tiene como paradigma a esa cuáquera-liberal –kantiano-soplagaitas llamada Margaret Tatcher : la Esperanza Aguirre de laca barata y bragas de hierro.
Con estos mimbres sólo un Blair podía ser parido.
Más aún. Una GUERRA SOCIAL PERMANENTE. Consecuencia natural. Hasta exigida por un liberalismo de Estado que pide sangre y la pide ya.
Es indiferente lo que suceda.
En Gran Bretaña los niños cantarán sus estúpidas canciones.
Blancos, negros, cobrizos o mulatos. La imbecilidad no conoce colores...
Qué lástima.
Los “Apus” de “badulakes” limpian la mierda…
Oh, Britania….