Salud y Salvación


"ES NECESARIO: O SER ABSOLUTAMENTE O NO SER EN ABSOLUTO" (Parménides)

viernes, 17 de junio de 2011

RECUPERAR LA PALABRA


Ha llegado el momento de ceder el testigo a otros.
No porque el testigo estuviera en nuestras manos o porque, mucho menos aún, nos perteneciera.
Al contrario.
Era obligado. No lo hemos retrasado a propósito. Ha surgido así. Todo tiene un término: el suyo propio, no el de los demás….
Más de quince años hace ya que, junto a otros camaradas y amigos que, tanto en lo personal como en lo colectivo, nos superaban en todo y por todo, porque eran mejor que nosotros en todo y por todo, reiniciamos una aventura política-cultural,  que, circunstancias de la vida que no vienen al caso, habíamos interrumpido pero de la que nunca habíamos renegado y que nunca hemos olvidado.
Más aún: forma parte de lo que somos.
Nada de lo que arrepentirse, pues.
Iniciativas como “Resistencia”: ya sea en forma de Órgano público unitario y  militante de información y opinión: ya sea en modo de Núcleo de agitación ideológica virtual; forman parte de un pasado-presente. Inevitablemente, quedan ya atrás, en especial para nosotros; pero están ahí.
Permanecen.
Herramientas interactivas, como “Antagonistas”: expresión de una Línea revolucionaria de base, crítica y política, intransigente e irreductible surgida en un momento de descomposición histórica del Área nacional-popular española; han servido para mantener,  no una  tópica “llama”  que ni ilumina ni calienta, pero sí al menos un hálito de vida, de coherencia, de testimonio, de energía y de razón –en el buen sentido de la palabra.
Una realidad que resiste a morir. Y basta.
Iniciativas  y  herramientas acaso necesarias, pero –insistimos- ya agotadas en su eficacia y en su tensión.
Hora es ya que un servidor recupere aquello que, de buen grado o por pura disciplina intelectual, aportó a otros y con otros aportó a un Proyecto Común.
Hora es ya de pasar del plural colectivo al plural de modestia.
Hora de recuperar la palabra; de asumir la soledad, siempre creativa; de abjurar de toda retórica; de presionar y de ser presionado. Hora de parar, de templar, de callar: para volver a caminar, a reflexionar y a platicar.
Se nos dirá, con cierta  razón, que –volens nolens- al fin y a la postre “una palabra dicha es una palabra perdida”.
Y en parte es la pura verdad.
Pero no es aquello dicho o hecho; discutido o razonado; sufrido o disfrutado; asumido o rechazado;  conseguido o fracasado, lo que ahora nos importa.  
Permanece lo esencial. Nada más importa. Nada más nos importa.
Libre. Escéptico. Espléndido. Solo.
Dicho y  escrito, pensado y publicado; afirmado y negado.
Perdido está, porque otros lo han “vampirizado” y transformado en sujeto de su propia persuasión, de su existencia “plural”, de un “no soy pero quiero ser”.
De una nada o de un todo. Ajeno “yo que es otro”….
Aún así. La “Palabra” nos pertenece. Porque ella nos hizo. Y de ella somos.
Ella nos hizo –a todos- y nunca nos dejará de “hacer”  mientras sigamos fieles a su luz. A lo que somos o –más sinceramente- a lo que intentamos ser.
Recuperar la Palabra es recuperar el Ser.
En este Blog, la Palabra, lo dicho, lo narrado, lo pensado, imaginado o intuido, será definitivamente “nuestro” en el sentido de que algo, alguna “cosa” pudiera serlo verdaderamente.
No es pensar. Ni reproducirlo mejor o peor. O hacerlo de un modo u otro.
Es “conocer”. Conocerse.
Basta.


“El tigre blanco”  es el epígrafe, título o bandera que preside esta bitácora sin pretensiones.
Barraca de una feria en la que solo reinaría la Tristeza y la Desesperación ,  si no fuera porque la Lucha en Sí, la más luminosa Esperanza, la Fe más absoluta, y el Puro Individuo invencible no hubiera tomado el Mando y la Poesía para erradicar el tormento decadente y el derrotismo chachipiruli, que siempre nos asedia. A todos y a cada uno de nosotros.
Por ahí no pasamos.
Y no pasaremos nunca –Deo mediante-  al menos conscientemente.
 Testículos legítimos, los nuestros. Duros de mollera, certificados.  Soldados irredentos, como el que más.  Irreductibles sin fecha de caducidad. Pero nunca injustos o hipócritas o volubles o desleales.
Pero ¿por qué “El Tigre Blanco”?
En efecto, hará algunos años, no muchos, acosado quizás por ese “Demonio Meridiano” que parece asaltarnos a algunos “en la mitad del camino de la vida”, pasamos una larga, muy larga y muy dura “Temporada en el Infierno”.
Cierto día, durante una convencional visita familiar al Parque Zoológico de Madrid, experimentamos un pálido instante de iluminación personal.
En la sección felina, tras una transparente muralla de cristal o de metacrilato –no recuerdo-  observábamos a un grupo de bellos ejemplares de tigris-tigris pulular en una lucida  y espaciosa estancia en donde evolucionaban plácidamente haciendo lo que cualquier visitante espera que hagan estos enormes, sublimes, rayados e impresionantes grandes gatos, a saber:
Rugir, jugar, pelear, dormitar, fornicar, rascarse, saltar, etc.
Y cierto que todos –más o menos- lo hacían.
Todos excepto uno.
En medio del nutrido grupo de congéneres, tumbado sobre una plataforma elevada,  destacaba un  soberbio ejemplar de Tigre Blanco de Bengala, el único de su especie –al parecer- en el Zoo.
Destacaba, majestuosamente, y no sólo por su níveo pelaje (propio de una mutación genética, según dicen) y ni siquiera por su considerable tamaño (acaso resultado de cruces seleccionados).
No.
El caso es que aquel raro ejemplar no hacía nada de lo que “se esperaría” de su raza, género, especie  o condición,  y nada de lo que hacían los otros tigres allí presentes
Nada de eso.
Absolutamente ausente. Elocuente en su silencio. Displicente. Casi gélido.
Como infinitamente  lejano. Impenetrable.
Impávido.  Único. Diferente.
Pacíficamente hostil.  Perfil pétreo.
Sobre todo, extraño y –lo que es más extraño- con clara conciencia de serlo.
De repente, giró lentamente la cabeza, y con unos ojos duros y tristes nos miró un leve instante, con una mezcla de compasión y desprecio, de comprensión y hastío.
Fue solo un momento. ¡Pero qué momento!
Volvió a girar lentamente el cuello a su posición inicial, y mientras los otros tigres seguían con su rutina animal diaria, él retornó a su ausencia permanente, a su quietismo numinoso, a su propia y oscura luz.
No lo hemos olvidado.
Y es por ello que  dedicamos este Blog a nuestro “viejo amigo” de medio minuto: “El Tigre Blanco”.
Confiamos en hacer honor a su recuerdo.

2 comentarios:

  1. Me alegro mucho Alfonso de que decidas iniciar un blog personal.
    El tigre blanco es el animal mas bello.
    Yo mas que ser absolutamente, o no ser en absoluto, diría no ser ni no ser.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Un fuerte abrazo para tí también y....para lo que está por venir.
    Enhorabuena otra vez.

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