No se habla de otra cosa últimamente.
La sorpresa es siempre un “factor” especial en cualquier actividad o proceso individual o colectivo.
Ocurrió el pasado 15 de mayo. O mejor: se manifestó sorpresiva y sorprendentemente en esa fecha.
Precedentes existían.
No como “signos” o “preludios”, siempre interpretables o predecibles a la mortecina luz halógena de la ciencia social reconvertida en re-producción informativa o análisis sociológico ad usum delpini de los mentideros tumefactos, de los bardos castrados del régimen y de los puercos sicarios endogámicos de la mentira sistémica.
Les pagamos por perorar –presupuestos del Estado mediante-; y además, otros les pagan por aportar “conceptos” en tertulias de “Bajo Coste” o en debates de “Alta alcurnia” según sea la cadena del Wáter audiovisual que entre en escena.
Cuánta mierda…
Sociólogos en nómina –preferentemente extraídos del archipiélago “científico” del Grupo Prisa y de la Universidad Complutense- politólogos de quita-y-pon.
Bastardos…
No.
Hablamos de “Síntomas”; es decir: avisos o advertencias específicas del “cuerpo” físico y social de una buena parte de la comunidad nacional del pueblo español.
No es broma.
Todo “cuerpo” –también el “cuerpo social”- vive plenamente, mejor o peor, sólo y exclusivamente a causa de su propia “salud”: no de su enfermedad. Cabal.
Nunca gracias a las inevitables patologías, que se contraponen y hasta se superponen a la vida en cuanto tal y al vigor del “organismo social”.
Los síntomas existían.
Anidaban en el sistema social, alimentado por el virus de la Codicia liberal-capitalista y del individualismo de bandidaje especulativo: patógenos comunes al “neoliberalismo” de Estado (“Bienestar Social” y “Especulación financiera” a mayor gloria de la democracia de mercado…)
Corroían la estructura comunitaria, histórica, nacional y popular de nuestro pueblo. Y bien que se notaba.
Este cáncer se llamaba y se llama RÉGIMEN JUANCARLISTA.
Puta bacteria cancerígena y asesina inoculada hace más de tres decenios por los doctores del cambio del cambalache y de la “transición”.
Y el enfermo dijo NO.
No somos cobayas de vuestra democracia hospitalaria. Menos todavía nosotros los jóvenes sobradamente preparados que habéis infeccionado para la bulimia de ideas y la miseria de realidades.
Han dicho no.
No solamente al “sistema”, ese deleznable palabro que suena a mecánica corporativa y a electromagnética de capitales.
No.
También han dicho no al Régimen, es decir a la “democracia parlamentaria que-nos-habemos-dao-a-nusutrus-mismus-sin comerlu-ni-beberlu…”
¡Mierda!
Han dicho no al Estado mismo; o sea, al “Estado” en presencia y en su misma esencia, tal cual es: Monarquía de Partidos reinstaurado por el Generalísmo en la preciosa y adoptada persona dinástica de Juan Carlos.
Estado, Régimen, Sistema que incluye y nunca excluye a sus presuntos “enemigos”.
Y aunque les llame tontos les da pan.
“Extremistas de centro”, periferia pedigüeña que lleva desde 1977 llamando a la puerta del monopartidismo bífido, fundacional, centrípeto y centrífugo de la “Banda de los Cuatro”.
La democracia se “mejora” votando, dicen.
Especialmente si nos votáis a nosotros. Que es como decir que la mierda se limpia cagando; porque una boñiga limpia a otra y la diarrea resultante todo lo cura.
Quizás sea cierto. Quizás. Acaso lo fue.
Ya no.
Eso se ha acabado.
¿Cuándo?
El 15 de Mayo del año en curso sin ir más lejos.
A lo tonto, quién sabe, algunos se han olvidado que la “democracia-realmente-existente “consiste en votar (cada cuatro años más o menos) y sobre todo callar hasta que los sultanes del swing partitocrático retomen una soberanía imaginaria a la masa-media-votante y televidente durante algunas horas en nombre del puntual y ciudadano orgasmo democrático.
“La democracia es el peor de los sistemas excepto todos los demás”.
La frase, supuestamente ocurrente, soberanamente necia, ridícula, absurda y dipsómana propia del absurdo, necio, ridículo, bastardo y dipsómano, Churchill es finalmente lo único que queda de la “teoría política” de la democracia.
Se quedan tan anchos y tan panchos.
Repetida como tópico, como tópico quedará para los restos. Todo un logro “científico”.
El mal menor mantenido por el conformismo más grande y por el más gigantesco poder material –económico y militar- del planeta.
Nada más y nada menos. Sobre todo nada menos.
La “Democracia”: simple expresión técnico-estadística de representación política; filosofía social cívico-perfumada basada en un “orgasmo soberano” cuatrienal; ecuación estadística de una masa-media-votante-televidente, cualquiera; se ha convertido en una superstición neoreligiosa que “sobrevive” (supervivencia=superstición) mediante unos usos “sacrosantamente” estipulados y unos abusos formalmente aprobados y bendecidos.
No hay hoy más “democracia” que la que el Régimen, el Sistema y el Estado han aprobado, cooptado, decretado, bendecido, transformado, transfigurado, sacralizado, hasta elevarla a “Dogma de Fe”.
De una Fe laica, profana, burguesa, bastarda, post-moderna, liberal-democrática, judeocristiana, norteamericana, soplagaitas y sodomita.
Nuestro “Occidente”. Nuestra “civilización”. Nuestra “Europa”…
O lo que queda del día…
Y han dicho, NO.
NO VOTAR; NO CALLAR
No solamente dicen NO; al “sistema” (sea “esto” lo que sea…)
Dicen NO AL RÉGIMEN.
Y el RÉGIMEN no es sólo el Estado como tal. Es la Monarquía tal cual es.
Es la “Democracia” –al fin y al cabo.
En ella han nacido.
Pero en ella no quieren morir.
Yo tampoco…………….. ¿Pasa algo?
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