ORGULLO GREGARIO
“Porque todo lo que hay en el mundo que es la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, sino que es del mundo.” (1 Juan 2, 16)
“Porque ¿quién te distingue? ¿Qué
tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo
hubieras recibido?” (1 Corintios 4, 7)
***
Un año más Madrid acoge la Semana (Santa) del “Orgullo”
que dejó de ser simplemente “gay” para incluir en su abigarrada Feria de
Vanidades otras tantas “identidades” cada vez más múltiples y multiplicadas
-gracias seguramente a la Inteligencia Artificial
Eso sin olvidar la masiva presencia de gran número de “heteros”
festivamente patosos; miles de curiosos burlones; manadas de turistas aburrid;
destacados representantes políticos (banda zurda exclusivamente); y los habituales
adictos al promiscuo desparrame anual coronado por la Cabalgata de Reinas Magas
y Musculosos Adonis. Reivindicación, Fiesta y Negocios no tienen por qué entrar
en conflicto.
Un totum revolutum autodefinido mediante inextricable
Sopa de Letras - el acrónimo va ya por LGBTTTIQQA, según el oráculo
Wikipedico- que intenta a duras penas reflejar una ocurrente diversidad
colectiva, pretendiendo con ello alcanzar con la imaginación lo que el
abecedario no consigue con sus escolásticas normas - que la gramática es homófoba
por definición….
Aun así, todo, el poliédrico “movimiento” sigue
contando con potentes apoyos sistémicos institucionales, políticos,
ideológicos, económicos, mediáticos y hasta entre el liderazgo del
funcionariado sindical.
Internacionalmente también, al menos en lo que respecta a
nuestro País y a los Estados miembros de la Unión Europea imbuidos de innegociables
“valores” -los bursátiles y los otros. Un lobby no precisamente inactivo y
bastante influyente-
Aunque parece que no todos los socios europeos están de acuerdo
con tan tonto jolgorio diversitarios y tanta inquisición libertaria. En fin:
Intolerantes no faltaran a los que aplicar terapias legislativas de tolerancia
cero a tutiplén.
Y ya que hemos citado al sindicalismo de “clase”, y haciendo
ahora un poco de memoria, recordemos al respecto que en tan celebradas fechas
el Sindicato mayoritario del Estado Servil español solía colocar un cartelón
sobre la fachada de su sede capitalina que rezaba: “ORGULLO DE SER”.
Toda una soberbia declaración ontológica sorprendente
incluso para los que -como un servidor- casi nada les pilla ya por sorpresa. Analicémoslo.
Aceptando “orgullo” como animal de compañía, no obstante, osamos
preguntar cuáles ignaros confesos que somos lo siguiente: ¿Orgullo? Sí:
pero de ser qué”
Excluyendo en principio que la “Jerga de la Autenticidad”
, tan criticada por Theodor Adorno haya adornado al viejo sindicalismo
heteroproletario, nosotros -que no hemos pasado de “Primero de Heidegger
“- no entendemos que el ser lo que uno sea o no sea , o lo que sea
que uno quiera o crea ser o todo lo contrario pero al revés debería
conducir a un tipo de desaforado “Orgullo” o Arrogancia gregaria
que -de seguro- estará encantada de haberse conocido y hasta de ser reconocida
como nueva “conciencia de clase” sin clases e indiscutible modelo superior de una
humanidad más que humana.
¿Qué pensarían Marx, Freud y Nietzsche -Padres de la Sospecha
y hechuras del Humanismo Ateo - de tal fenómeno epocal?
***
No están solos indiscutiblemente. No puede estarlo dado el
cariz radicalmente individualista de la “lucha” que acometen.
La soberbia de la vida, el orgullo de ser necesita una masa
(a)critica pastoreada en la mundanidad posthumanista e incubada en el placebo
de la igualdad divergente. son estos tiempos tiempos nihilistas tiempos gregarios:
nueva era de ocio, vicio, sueño y soledad.
De donde, más que en una “Sociedad Liquida” que diría
Baugmann, se podría hablar ya de una sociedad “gaseosa” siguiendo en esto los
estados de la materia según me contaron cuando la EGB y sus “ciencias
naturales”--
En efecto; porque ya ni siquiera se habla un Gen Gay,
como no hace tanto peroraban los elitistas metafísicos de la “excepción gay”.
Obvio.
¿Pues para qué habría que enseñar entonces en los jardines
de infancia las primeras nociones de gimnasia homosexual aplicada a los muy aplicados
alumnos y alumnas si la orientación sexual fuera genética?
¿Por qué, pues, denunciar y perseguir las llamadas
“terapias de reversión” en un tiempo en que el que no se “terapéutiza” no es
nadie? ¿Quién dijo miedo?
Conste que no hablamos aquí del amor, deseo, dilección etc.
entre personas del mismo sexo que siempre ha existido y no dejará de existir
por mucha monserga homofóbica u homofílica que prepondere.
No vamos tampoco a analizar aquellas variantes “queer” de intersexo
fluídico o intrasexo bizarro, por decirlo a nuestra manera y por aproximación
porque simplemente hace mucho calor y no tenemos cabeza para tantas majaderías
subsidiadas.
Simplemente diremos que la sexualidad humana, sea el modo en el que se
la considere, pertenece a lo íntimo de la persona, y por mucho que se la quiera
sacar de ese quicio para hacerlo “identidad pública” no va a transformarse en
lo que no es por mucho que se la pasee por el BOE o por las calles, o por los
platos televisivos , o por más que se
contraigan matrimonios “igualitario”, o fabulen “derechos debidos” ,
abrevados todos en el pesebre de los presupuestos autonómicos, estatales o intercontinentales.
El hecho de saltar a la palestra publica y visibilizar condiciones y afinidades
electivas conlleva aceptar el juicio, la crítica y el contraste político: que
cuando se va a por lana ya se sabe lo que puede pasar----
***
Insistimos.
Lo que fue simplemente una opción que no implica
necesariamente al conjunto del ser individual - aun siendo un aspecto muy importante
de la personalidad humana - no debería ir más allá de un acto de la voluntad y eventualmente
uno de justicia: cual es el derecho a no ser discriminados por su orientación
sexual.
Y si se quiere convertir en un arbitrario acto de “razón
absoluta” ante el que deben todos mostrar pasmada adoración; ser admirado
no sólo tolerado; sentirse icono de ciega veneración; pretender ser ajeno a
cualquier juicio de valor objetivo en sí mismo -salvando siempre los respetos
humanos- nos encontramos ante la sinrazón impuesta gregariamente so pena
de ser excluido del consenso democrático como homófobo pertinaz…o algo peor; es
decir imponerse mediante el uso por del miedo. “Vigilar y castigar”, que diría
Foucault.
Terminamos aquí esta breve reflexión que no tiene nada de
ofensiva – y si lo tuviera nos daría exactamente lo mismo- aun cuando ironía no
le falte, como no le falta a la mayor parte de nuestros más “alegres”
compatriotas el sentido del humor y el sentido común, aunque este último parezca
ya el menos común de los sentidos.
CODA.
Al parecer ayer, Dia del Orgullo Gregario, hubo un
concierto en Madrid de la histórica banda rockera británica “Iron Maiden”. Al
parecer supero si no en cantidad al menos en calidad y comportamiento al Magno
Evento Arcoirisado y Transbanderizo. ¿Vuelve la normalidad de la mano el
Heavy Metal? ¡Qué cosas!
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