ORGULLO GREGARIO


 

“Porque todo lo que hay en el mundo que es la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, sino que es del mundo.” (1 Juan 2, 16)

“Porque ¿quién te distingue? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4, 7)

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Un año más Madrid acoge la Semana (Santa) del “Orgullo” que dejó de ser simplemente “gay” para incluir en su abigarrada Feria de Vanidades otras tantas “identidades” cada vez más múltiples y multiplicadas -gracias seguramente a la Inteligencia Artificial

Eso sin olvidar la masiva presencia de gran número de “heteros” festivamente patosos; miles de curiosos burlones; manadas de turistas aburrid; destacados representantes políticos (banda zurda exclusivamente); y los habituales adictos al promiscuo desparrame anual coronado por la Cabalgata de Reinas Magas y Musculosos Adonis. Reivindicación, Fiesta y Negocios no tienen por qué entrar en conflicto.

Un totum revolutum autodefinido mediante inextricable Sopa de Letras - el acrónimo va ya por LGBTTTIQQA, según el oráculo Wikipedico- que intenta a duras penas reflejar una ocurrente diversidad colectiva, pretendiendo con ello alcanzar con la imaginación lo que el abecedario no consigue con sus escolásticas normas - que la gramática es homófoba por definición….

Aun así, todo, el poliédrico “movimiento” sigue contando con potentes apoyos sistémicos institucionales, políticos, ideológicos, económicos, mediáticos y hasta entre el liderazgo del funcionariado sindical.

Internacionalmente también, al menos en lo que respecta a nuestro País y a los Estados miembros de la Unión Europea imbuidos de innegociables “valores” -los bursátiles y los otros. Un lobby no precisamente inactivo y bastante influyente-

Aunque parece que no todos los socios europeos están de acuerdo con tan tonto jolgorio diversitarios y tanta inquisición libertaria. En fin: Intolerantes no faltaran a los que aplicar terapias legislativas de tolerancia cero a tutiplén.

Y ya que hemos citado al sindicalismo de “clase”, y haciendo ahora un poco de memoria, recordemos al respecto que en tan celebradas fechas el Sindicato mayoritario del Estado Servil español solía colocar un cartelón sobre la fachada de su sede capitalina que rezaba: ORGULLO DE SER”.

Toda una soberbia declaración ontológica sorprendente incluso para los que -como un servidor- casi nada les pilla ya por sorpresa. Analicémoslo.

Aceptando “orgullo” como animal de compañía, no obstante, osamos preguntar cuáles ignaros confesos que somos lo siguiente: ¿Orgullo? Sí: pero de ser qué”

Excluyendo en principio que la “Jerga de la Autenticidad” , tan criticada por Theodor Adorno haya adornado al viejo sindicalismo heteroproletario, nosotros -que no hemos pasado de “Primero de Heidegger “- no entendemos que el  ser lo que uno sea o no sea , o lo que sea que uno quiera o crea ser o todo lo contrario pero al revés debería conducir a un tipo de desaforado “Orgullo” o Arrogancia gregaria que -de seguro- estará encantada de haberse conocido y hasta de ser reconocida como nueva “conciencia de clase” sin clases e indiscutible modelo superior de una humanidad más que humana.

¿Qué pensarían Marx, Freud y Nietzsche -Padres de la Sospecha y hechuras del Humanismo Ateo - de tal fenómeno epocal?


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No están solos indiscutiblemente. No puede estarlo dado el cariz radicalmente individualista de la “lucha” que acometen.

La soberbia de la vida, el orgullo de ser necesita una masa (a)critica pastoreada en la mundanidad posthumanista e incubada en el placebo de la igualdad divergente. son estos tiempos tiempos nihilistas tiempos gregarios: nueva era de ocio, vicio, sueño y soledad.

De donde, más que en una “Sociedad Liquida” que diría Baugmann, se podría hablar ya de una sociedad “gaseosa” siguiendo en esto los estados de la materia según me contaron cuando la EGB y sus “ciencias naturales”--

En efecto; porque ya ni siquiera se habla un Gen Gay, como no hace tanto peroraban los elitistas metafísicos de la “excepción gay”. Obvio.

¿Pues para qué habría que enseñar entonces en los jardines de infancia las primeras nociones de gimnasia homosexual aplicada a los muy aplicados alumnos y alumnas si la orientación sexual fuera genética?

¿Por qué, pues, denunciar y perseguir las llamadas “terapias de reversión” en un tiempo en que el que no se “terapéutiza” no es nadie? ¿Quién dijo miedo?

Conste que no hablamos aquí del amor, deseo, dilección etc. entre personas del mismo sexo que siempre ha existido y no dejará de existir por mucha monserga homofóbica u homofílica que prepondere.

No vamos tampoco a analizar aquellas variantes “queer” de intersexo fluídico o intrasexo bizarro, por decirlo a nuestra manera y por aproximación porque simplemente hace mucho calor y no tenemos cabeza para tantas majaderías subsidiadas.

Simplemente diremos que  la sexualidad humana, sea el modo en el que se la considere, pertenece a lo íntimo de la persona, y por mucho que se la quiera sacar de ese quicio para hacerlo “identidad pública” no va a transformarse en lo que no es por mucho que se la pasee por el BOE o por las calles, o por los platos televisivos , o por más que  se contraigan matrimonios “igualitario”, o fabulen “derechos debidos” , abrevados todos en el pesebre de los presupuestos autonómicos, estatales o intercontinentales. El hecho de saltar a la palestra publica y visibilizar condiciones y afinidades electivas conlleva aceptar el juicio, la crítica y el contraste político: que cuando se va a por lana ya se sabe lo que puede pasar----

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Insistimos.

Lo que fue simplemente una opción que no implica necesariamente al conjunto del ser individual - aun siendo un aspecto muy importante de la personalidad humana - no debería ir más allá de un acto de la voluntad y eventualmente uno de justicia: cual es el derecho a no ser discriminados por su orientación sexual.

Y si se quiere convertir en un arbitrario acto de “razón absoluta” ante el que deben todos mostrar pasmada adoración; ser admirado no sólo tolerado; sentirse icono de ciega veneración; pretender ser ajeno a cualquier juicio de valor objetivo en sí mismo -salvando siempre los respetos humanos- nos encontramos ante la sinrazón impuesta gregariamente so pena de ser excluido del consenso democrático como homófobo pertinaz…o algo peor; es decir imponerse mediante el uso por del miedo. “Vigilar y castigar”, que diría Foucault.



 

Terminamos aquí esta breve reflexión que no tiene nada de ofensiva – y si lo tuviera nos daría exactamente lo mismo- aun cuando ironía no le falte, como no le falta a la mayor parte de nuestros más “alegres” compatriotas el sentido del humor y el sentido común, aunque este último parezca ya el menos común de los sentidos.

 

CODA.

Al parecer ayer, Dia del Orgullo Gregario, hubo un concierto en Madrid de la histórica banda rockera británica “Iron Maiden”. Al parecer supero si no en cantidad al menos en calidad y comportamiento al Magno Evento Arcoirisado y Transbanderizo. ¿Vuelve la normalidad de la mano el Heavy  Metal? ¡Qué cosas!

 


 

 


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