MEDITACIONES DE UN "CONFINADO" (2020/2025)

 

3. COVID:  BIOPOLITICA Y “CIENCIA

 

“De tres cosas no pueden prescindir los hombres para vivir. Y son el Pan, la Salud y la Esperanza” (Giovanni Papini)

“Quien controla el miedo de la gente, se convierte en el amo de sus almas” (Maquiavelo)

 

 


Hace muchos, muchos años en la España de 1981 hubo una crisis sanitaria que aun recordaran muchos de ustedes/vosotros - o al menos mis contemporáneos.

El entonces ministro del ramo sentó catedra al retratar al causante de aquella enfermedad como “un bichito tan pequeño tan pequeño que si se caía de la mesa se mataba”.

No fue un episodio baladí. Afectó a unas 20.000 personas y causó la muerte de 5.000. Los peritos ministeriales de guardia la dijeron " Síndrome del aceite de colza adulterado”. Muchos damnificados y muchos juicios después todo quedó ahogado en el silencio de las indemnizaciones y en la destrucción física y moral de los afectados que por lo demás no vivian en los mejores barrios de la España democrática y olé.

El Salvador Illa de entonces se llamaba Sancho Rof miembro de la UCD siendo el ínclito Adolfo Suarez presidente del gobierno.

Si no lo recuerdan, su nombre da nombre al Aeropuerto de Barajas en la actualidad. Un político que siempre que podía prometer y prometía. Igualmente, y tan moderadamente guapo como nuestro dilecto Pedro Sánchez.

Ahí es ná.

 

No parece que las cosas hayan cambiado demasiado en lo que respecta a la cualificación política e intelectual de nuestros Padres (y Madres) de la Patria en lo que respecta a la gestión de todo género de crisis graves, menos graves y gravísimas.

 

Nadie les advirtió que se les había elegido -entre otras cosas- para eso. Que conste.

Vayamos al lío, que en este caso tiene forma de libro.


 

“TOLLE LEGE

En 2022, pasada la fase más (aparentemente) represiva de la Pandemoniada, empezamos a buscar respuestas que evidentemente no íbamos a encontrar en los tele-tertulianismos; las telas de araña virtuales; los equipos “informativos” de las emisoras centrales del Régimen, financiadas escandalosamente por el Estado; y demás estaciones repetidoras del discurso autista del sistema.

Fuimos a lo que es lo propio en estos casos: a la palabra escrita, reflexiva y documentada. Fuimos selectivos y tuvimos más aciertos que errores (que los hubo y no pequeños)

El libro Una Pandemia sin ciencia ni ética fue de lo primero que adquirimos y desde entonces no hemos parado. (Ya veréis ya)

Siendo así que su subtitulo apuntaba directamente al grano que nos interesaba no a la paja que siempre es demasiada y en este tema más: Covid-19: fracaso sanitario, manipulación política y desastre económico.

Mencionaremos a continuación algunas de las afirmaciones contenidas en el texto y que he integrado en éstas mis meditaciones confinatorias. 

Si quieren saber más y mejor compren el libro que no es tan caro.

La primera afirmación está dirigida a la frente de todos nosotros sin excepción:

“El problema no es tanto el virus como una sociedad enferma en que parece normal hacinar en morideros a los ancianos” (p.11)

¿Enferma nuestra orgullosa sociedad demoliberal? ¡Enfermos nosotros que tanto nos cuidamos la “microbiota” y la “macroidiota”! Enfermos ¿de qué? “Enfermos de miedo".

El miedo nos induce a hacer cosas sin sentido (…) Durante la pandemia arrasamos con los débiles y perdimos casi toda la dignidad. Con un agravante: no hubo naufragio. O mejor dicho nos hundimos todos a consecuencia de nuestra propia y alocada desesperación” (35)

Un “Titánic” planetario. Aun cuando sí hubo quienes se ahogaron como caballeros y como damas. En silencio y con dignidad. Sin chalecos salvavidas ni mascarillas chinas. Sobre todo, nuestros mayores que es decir Nuestros Mejores

Pocas dudas caben que aquí el miedo principal es a la muerte.

O en su defecto ser acusado de asesino de los demás por no seguir las absurdas normas que bajo el general desconcierto fomentaban el contagio de la enfermedad, que tal terror lo señalan clarividentes los Autores

Aquellos que deberían haber llamado a la calma e impuesto la razón -o sea los representantes políticos de la Nación- eran los más desesperados e impredecibles. 

A veces no hacer nada es mejor que intentar hacerlo todo y todo a la vez y hacerlo rematadamente mal. Como fue el caso. Y como sigue siendolo un lustro después.

Se nos dirá que es humano temer y no mentar siquiera a la vieja de la guadaña.

Sin embargo, lo contrario es lo cierto.

Ninguna cultura o civilización conocida hasta la fecha ha tratado a la muerte como una completa desconocida, salvo la nuestra que ha “cultivado” precisamente lo opuesto: el óbito solitario, el tránsito sedado o, peor aún, la eutanasia inducida bajo el eufemismo de “muerte digna”, todo ello presidido por psicólogos en vez de sacerdotes, minutos de silencio en vez de plegarias. Todo muy aséptico no sea que aun muerto el cadáver nos contamine: sobre todo la conciencia.

Y es que nuestra actitud ante la muerte refleja toda una actitud general ante la vida. Triste pero real.

“Medico cura te ipsum”

 

Prima aquí sobre todo el “culto a la salud” cuyos orígenes los autores nos revelan.

“El culto a la salud se haya estrechamente vinculado al culto a la seguridad arraigado desde siempre en la cultura burguesa (…) es una vieja vuelta de tuerca del culto capitalista de la seguridad (p.174)

Culto idólatra donde los haya que en esta existencia lo único seguro es que nada hay seguro excepto esa “cosa” que no se menta y que ya sabemos.

Oímos de inmediato las protestas de los soldados civiles del Ejército de la Salud Eterna.

Vale,  estamos de acuerdo en una cosa. La salud es importante ; todo lo que se haga por aliviar el humano sufrimiento es loable. Adorarla es absurdo. Como se tiene se pierde y hasta se recupera. Como cualquier otro bien.

Pero nada garantiza nada a nadie en este mundo al que vinimos despelotados y de él nos iremos igualmente desnudos, pero más feos y más fríos.

En fin, que si no nos tocó la lotería por lo menos tenemos salud como se dice vulgarmente, que al menos también siempre nos quedará Paris la “ciencia” y hasta la “medicina”. El que no se consuela es porque no quiere.

 

Veamos esto último porque nuestros autores tienen para todo y para todos.

No idealicemos: 

“La medicina es una ciencia aplicada, no básica” (99)

¿Qué quiere decir esto?

“Las ciencias aplicadas -prosiguen los autores en la misma página- no buscan ninguna verdad, sino aplicar los conocimientos científicos existentes a problemas concretos, tratando de resolver y proporcionar soluciones útiles: priorizan la utilidad concreta e inmediata frente a la búsqueda de la verdad

La Vulgata Biopolitica afirma en cambio que la ciencia en sí es otra cosa. ¡Y “Anatema sit" quien lo dude” . 

Leamos la opinion  de Slavoj Zizek, el filósofo de cabecera de nuestro dilecto Pablo Iglesias, vicepresidente del Gobierno que fue durante la Pandemonia: “Greta Thurnberg tenía razón cuando decía que los políticos debían escuchar a los científicos…” … (esta película me parece haberla visto antes)

De hecho, en plena crisis Covid, un manifiesto de un nutrido grupo de “científicos” españoles y abajo-firmantes, se intitulaba “Ellos mandan, pero no saben”. Ay si los científicos mandaran…

SIN CIENCIA NO HAY FUTURO” (Y SIN FUTURO TAMPOCO HAY CIENCIA)

Hablando de mandar.

Loayssa y Petrocelli citan a la “Big Pharma”, o sea complejo industrial farmacéutico tan activo durante la pandemoniada y su aportación bien remunerada a la vacunomania universal.

“Una ciencia que recibe ingentes cantidades de dinero público mientras se vende a la industria y a los políticos (ante los que se presenta como dinamizadora del crecimiento económico …) (p.104)

En efecto, que no es problema éste de los últimos años. Viene de lejos. Siempre que se pone la pasta encima de la mesa los microscopios bailan y las conclusiones “científicas” se adaptan como un guante de latex a lo que se espera de ellas.

Veamos si no se está adorando a dioses de barro y bata blanca, especialmente cuando se procesiona bajo la advocación de la Salud pública para todas y para todos.

“La ciencia es mucho más semejante al mito de lo que cualquier filosofía científica está dispuesta a reconocer. La ciencia constituye una de las muchas formas de pensamiento desarrolladas por el hombre, pero no necesariamente la mejor”

“(…) Así que la separación de Iglesia y Estado debe completarse con la separación de Estado y Ciencia: la institución religiosa más reciente, más agresiva y más dogmática

Palabrita de Paul Feyerabend (1924-1994) que fue epistemólogo no un cienciólogo como la Greta Croqueta o el Tom Cruise, y como lo son muchos de los sectarios de la escolástica Covid, que solo al final y a regañadientes admitieron el origen humano del virus (laboratorio chino mediante) cuando la OMS lo reconoció ex cathedra y por lo bajinis.

 

Aún hoy todavía no se han ajustado cuentas en esta guerra ideológica de colonización no tanto de las mentes como de los cuerpos.

Y es que hay que recordar que “los partidarios de la fe covidiana creen que son los auténticos herederos del pensamiento crítico y de la ciencia” (p.34). Creído y muy creído se lo tienen.

No importa. Para ellos todos somos execrables “negacionistas”, burdos “coinsparacionistas” y - en nuestros ratos libres también- teóricos del “terraplanismo”. Un escándalo.

 

DESTRUCCION CREADORA”
 

Pasemos a la manipulación social derivada del fracaso sanitario y del servilismo de Estado: la Biopolitica como régimen de excepción apenas disimulado anterior en su construcción teórica a la aparición del Covid, y cuyo concepto fue teórica acuñado -como no-por el ínclito Foucault

Aparte confinamiento, restricciones y detenciones, con el modelo chino en el horizonte, y el uso de las Nuevas Tecnologías, y las distopias gnósticas la Biopolitica es lo Contra Humano en acción. Desde el poder y para poder.

¿Alguna prueba?

“La imposición de las mascarillas ha sido un símbolo de la Pandemia (…) el bozal ayudó a sostener un clima de terror desproporcionado y se convirtió en símbolo de autocensura que, a gran escala, acompaño a la censura mediática” (p.68)

Simbólico pero muy real.

 ¿Objetivo? La persona humana librada hoy a sí misma por fuer del individualismo caníbal, reducida a una figura sin rostro y sin voluntad. Reducido a cosa. Materia tosca y resiliente prescindible en cualquier fase de su existencia, incluyendo su existencia intrauterina.

Es este el mayor proceso de In-Humanización en lo que va de  milenio, y eso que lo acabamos de comenzar.

¿No es acaso el rostro humano la parte de nuestro cuerpo que más expresa la singularidad humana, su “alma” si se me permite usar tan manoseada palabra?

¿No es entonces taparlo una victoria de lo Contra Humano que es el enemigo en presencia de toda dignidad y libertad humanas?

Pero cuidado con las divagaciones posestructuralistas. La Persona humana no puede ser “deconstruida”, como los “Derridas” de la derechosa cultureta repiten cual monicacos.

La persona humana no es un Lego. Solo puede ser destruida aun manteniéndola “viva” para experimentar nuevos tormentos satánicos.

Pero la cosa no acabó en correa y bozal. El bichito humano debía ser campo de experimentación no solo medico/cienciológica sino biopolítica/económica.

Son las Vacunas, nueva arma de la actualísima antropofobia microscópica. Fordismo de laboratorio.

Con la llegada de la vacuna los derechos personales sufrieron el mayor ataque de la historia de las últimas décadas” (p.108)

Y este es el meollo de la cuestión.

“La finalización política de la pandemia, con todo, no se identifica con su finalización sanitaria” (p.16) como ya nos habían advertido en su introducción los autores.

En síntesis: nos expropiaron la Salud. Nos racionaron el Pan. Nos quieren -en nombre de su “nueva normalidad”- robar la Esperanza

Avisados estamos todos.

LA NAVE DE LOS LOCOS”


Debemos ir terminando.
Quien se niegue a ver en la gestión pandémica un punto de inflexión de esta” Cuarta Revolución Industrial”: hechura heredera de una Cuarta Guerra Mundial (la Tercera fue la de los cincuenta años, 1949-1989, mal llamada “fría”, y de ese burro no me apeo) es porque no quiere verlo, bastaría que echen un vistazo a Gaza, por ejemplo…

Aun con todo, basta un solo NO para pararles los pies, de donde su obsesión por laminar, dividir, polarizar, enfrentar sociedades desde su interior mediante el miedo, la codicia y la muerte civil como humillante cancelación y confinamiento perpetuo.

Cuando te hacen creer que un golpe de tos de tu vecino es una sentencia de muerte para ti y para los tuyos empezaras a ser parte de un problema y de una solución a su perentoria necesidad de producción de súbditos sanos y felices alimentados con Soma en pastillas de goma.

Pero no olvides que ellos tienen más miedo que tú y que se les nota.

Son la tripulación de un barco fantasma comandado por un Espíritu Errante e Invisible que lleva vagando por el mundo desde el principio, un auténtico “Capitán Araña” que embauca y embarca a todos los hijos de hombre posibles mientras él se queda en tierra

Un transatlántico que debemos abandonar a la menor ocasión en orden, y juntos a poder ser posible y sobre todo sin miedo. Muchos ya lo hemos hecho: que mejor ser naufrago que contarse entre los ahogados, que esta Nave de los Locos tiene un destino ultimo: “Puerto Tártaro”

El que quiera entender que entienda.

 

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

A MODO DE PRESENTACION

MEDITACIONES DE UN "CONFINADO" (2020/2025)

CAUSAS LAS JUSTAS: Y LAS MENTIRAS TAMBIEN